Ahimsa, no violencia

Según la tradición de Asthanga Yoga de Patanjali, la senda hacia la perfección puede verse como una consecución de diferentes etapas. Esta escalera que se eleva hasta el estado de Shamadi empieza construyendo unos buenos cimientos, Yama y Niyama, el refrenamiento de aquellas actitudes que conducen a la perdición y el cultivo de las virtudes que generan vitalidad y salud. Ahimsa, Satya, Asteya, Aparigraha y Brahmacharyia; Saucha, Santoscha, Tapas, Swadhyaya e Ishwa Prahnidhana. Todas ellas deben ponerse en práctica, siendo primordial empezar por poner freno a aquellas actitudes que pueden dañar a otros.

Ahimsa, no-violencia. Es el primero punto de Yama. Abstenerse de matar y dañar a los demás, en actos, en palabras o pensamientos, y también a nosotros mismos. Abstenerse de todo aquello que quita la Vida de forma evidente y abrupta, como también de todo lo que mata de forma lenta e invisible. Y aquí la persona espiritual entenderá que la Vida es mucho más que los cuerpos físicos, recordará que Ahimsa debe ser aplicado también respecto a la energía y la mente. Por suerte esta parte del Yoga no es algo que podamos practicar sólo durante el tiempo que dedicamos a realizar una sesión de Asana o ejercicios de Pranayama, sino que puedes practicarlo durante las 24 horas del día.

* Prácticas para cultivar Ahimsa. Estos son algunos ejemplos, aunque hay muchas formas de potenciar esta cualidad de paz interior, de ausencia de conflictos.

1. No comer el cuerpo de animales muertos. Es decir, llevar una dieta vegetariana y no comer carne, pescado y otros animales, ya que para ello han tenido que sufrir. Ante la exigencia que tenemos las personas alimentarse de otros seres vivos, lo más ético es hacerlo de la forma que el daño producido sea mínimo: a través de los vegetales.

2. Delatar la violencia. Decir las cosas por su nombre. Algo muy importante para atajar la violencia es ser capaz de identificarla y nombrarla. Al sacar a la luz la oscuridad esta la mayor parte de veces se desvaneces. Puede bastar con decir en voz baja, "eso es violencia" en cualquier momento del día en el que observamos que agredimos a alguien, o que otros lo hacen.

3. Aprender que cosas te ponen irritable. Ahimsa no consiste sólo en acciones exteriores, es fundamental es el trabajo interior para que lo que hacemos, sentimos y pensamos esté en armonía. Por ello hay que observar que es lo que en la vida hace que nos irritemos, que aflore la violencia que hay en nosotros. A partir de aquí habrá que enfrentar estas situaciones de forma inteligente hasta que no haya en nosotros nada que se revele o rebote.

4. Cultivar el humor. Entre las cosas que nos pueden irritar están los insultos, sean estos verdad o no (normalmente cuando el insulto es certero y eficaz es porque la persona que lo recibe está de acuerdo en que es verdad). Alguien hace una broma, pero al ser dirigida hacia nosotros lo tomamos como algo personal en vez de reírnos  nos queremos defender. En la defensa está también la violencia. Ahimsa sería aquí ser transparente y reírse como si no fuera con uno mismo, cultivar el humor hasta disolver cualquier signo de oposición.